Cuento: El asesino autor: Stephen King

 

Repentinamente se despertó sobresaltado, y se dio cuenta de que no sabía quién era, ni que estaba haciendo aquí, en una fábrica de municiones. No podía recordar su nombre ni qué había estado haciendo. No podía recordar nada.

La fábrica era enorme, con líneas de ensamblaje, y cintas transportadoras, y con el sonido de las partes que estaban siendo ensambladas.

Tomó uno de los revólveres acabados de una caja donde estaban siendo, automáticamente, empaquetados. Evidentemente había estado operando en la máquina, pero ahora estaba parada.

Recogía el revólver como algo muy natural. Caminó lentamente hacia el otro lado de la fábrica, a lo largo de las rampas de vigilancia. Allí había otro hombre empaquetando balas.

–¿Quién Soy? –le dijo pausadamente, indeciso.

El hombre continuó trabajando. No levantó la vista, daba la sensación de que no le había escuchado.

–¿Quién soy? ¿Quién soy? – gritó, y aunque toda la fábrica retumbó con el eco de sus salvajes gritos, nada cambió. Los hombres continuaron trabajando, sin levantar la vista.

Agitó el revólver junto a la cabeza del hombre que empaquetaba balas. Le golpeó, y el empaquetador cayó, y con su cara, golpeó la caja de balas que cayeron sobre el suelo.

Él recogió una. Era el calibre correcto. Cargó varias más.

Escucho el click-click de pisadas sobre él, se volvió y vio a otro hombre caminando sobre una rampa de vigilancia. “¿Quién soy?” , le gritó. Realmente no esperaba obtener respuesta.

Pero el hombre miró hacia abajo, y comenzó a correr.

Apuntó el revólver hacia arriba y disparó dos veces. El hombre se detuvo, y cayó de rodillas, pero antes de caer pulsó un botón rojo en la pared.

Una sirena comenzó a aullar, ruidosa y claramente.

“¡Asesino! ¡asesino! ¡asesino!” – bramaron los altavoces.

Los trabajadores no levantaron la vista. Continuaron trabajando.

Corrió, intentando alejarse de la sirena, del altavoz. Vio una puerta, y corrió hacia ella.

La abrió, y cuatro hombres uniformados aparecieron. Le dispararon con extrañas armas de energía. Los rayos pasaron a su lado.

Disparó tres veces más, y uno de los hombres uniformados cayó, su arma resonó al caer al suelo.

Corrió en otra dirección, pero más uniformados llegaban desde la otra puerta. Miró furiosamente alrededor. ¡Estaban llegando de todos lados! ¡Tenía que escapar!

Trepó, más y más alto, hacia la parte superior. Pero había más de ellos allí. Le tenían atrapado. Disparó hasta vaciar el cargador del revólver.

Se acercaron hacia él, algunos desde arriba, otros desde abajo. “¡Por favor! ¡No disparen! ¡No se dan cuenta que solo quiero saber quién soy!”

Dispararon, y los rayos de energía le abatieron. Todo se volvió oscuro…

Les observaron cómo cerraban la puerta tras él, y entonces el camión se alejó. “Uno de ellos se convierte en asesino de vez en cuando”, dijo el guarda.

“No lo entiendo”, dijo el segundo, rascándose la cabeza. “Mira ese. ¿Qué era lo que decía? Solo quiero saber quién soy. Eso era”.

Parecía casi humano. Estoy comenzando a pensar que están haciendo esos robots demasiado bien.”

Observaron al camión de reparación de robots desaparecer por la curva.


Fuente: El Buen librero, mayo 2020.

A 96 años del nacimiento de Rosario Castellanos

Nace en México el 25 de mayo de 1925 y muere en Israel en 1974. Desde pequeña vive en Comitán, Chiapas, donde estudia hasta segundo de secundaria. Regresa a la capital a los dieciséis años e ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras para graduarse de maestra en Filosofía en 1950. Viaja a España y visita algunos países. A su regreso trabaja en el Instituto Mexicano de Ciencias y Arte y dos años después recibe la beca Rockefeller de poesía y ensayo. Más adelante colaborará en diferentes centros y en revistas, periódicos, suplementos culturales con cuentos, ensayos, crítica literaria, etc.

En su producción literaria los textos que más destacaron son los siguientes: Apuntes para una declaración de fe (Eds. América, Revista Antológica, México, 1948), De la vigilia estéril (Eds. América, México 1950), Poemas 1953-1955 (Col. Metáfora, núm. 6, México, 1957), Lívida luz (UNAM México, 1960), entre otros. En relato el libro que más destacó fue: Los convidados de agosto (Col. Letras Latinoamericanas, núm. 4, Eds. ERA, México, 1964). Algunas de sus novelas son: Balun-Canan (Col. Letras Mexicanas, núm. 36, FCE, México, 1957) y Oficio de tinieblas (Ed. Joaquín Mortiz, México, 1962) que mereció el premio "Sor Juana Inés de la Cruz". También escribió varios ensayos, así como prólogos a algunos libros.

Pero soy el olvido, la traición,
el caracol que no guardó del mar
ni el eco de la más pequeña ola.

Ante tantos trabajos sobre la Rosario Castellanos feminista, hemos querido, en esta breve antología, ocuparnos ahora de un poeta (poetisa diría ella). El criterio de esta selección prescinde de algunos poemas citados más por otros motivos que por su valor poético. Hemos dejado así "Memorial de. Tlatelolco" y "Kinsey Report" entre otros. Nuestra intención sería la de reivindicar la poesía de una gran poeta que ha sido valorado más por su condición de mujer que por las cualidades que posee. En su poesía se encuentra, vive su condición de mujer; es un tema que recorre el total de su obra pero siempre trenzado con otros, tensado por otros.

A través de esta búsqueda Rosario se descubre y se enfrenta como mujer. Durante toda la lectura de sus poemas se percibe un oleaje de solitario, una soledad en donde la celda forzará la condición de poeta; la ironía de ser todo poeta, de pasar más allá de sus celdas y sus muros, de escribir varios libros en que ella era y al vivirlo decir: Poesía no eres tú. O como en algún nocturno;

No es posible sino soñar, morir,
soñar que no morimos,
y, a veces, un instante, despertar.

Otro de los motivos que hacen de Rosario un poeta violento, crudo, y a veces irónico, es ese juego (duelo y dualidad) del amor y la muerte, soledad de ella misma en relación continua con el "otro", posibilidad de su amor que es espejo y sombra. Un eco inalcanzable será conclusión en varios de sus poemas.

Sin embargo, esto no hará de Rosario una poeta difícil, oscura y oculta. Su modo de adjetivar, sus metáforas son como se llama alguno de sus poemas: "Lo cotidiano". Ella no necesita salir de su transcurrir callado para hacernos ver, a través de su poesía, un tolo que se fragmenta y se reúne continuamente:

porque la realidad es reductible
a los últimos signos
y se pronuncia en sólo una palabra

La relación entre la muerte y el amor cambia de poema a poema. A veces los enfrenta, y el amor es la eternidad redimida: "Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo"; a veces van unidos: "Matamos lo que amamos/lo demás/no ha estado vivo nunca". El amor es la salvación como en "Límite" o la perdición: "más que la derrota, el desamparo".

El poema "A la mujer que vende frutas en la plaza" es uno de los pocos logrados de ese libro en el cual Rosario trata de dar un giro a su poesía y se acerca a aquello que podemos llamar "un otro" ajeno y al cual casi nunca, en El Rescate del Mundo puede rescatar; el mundo, visto desde este ángulo "costumbrista" se mantiene lejano. Sólo cuando acerca a la persona (en este caso a la mujer, no a la fotografía) logra hacer poético este mundo, logra de verdad rescatarlo:

Tendrías que cantar para decir el nombre
de estas frutas, mejores que tus pechos.

Cuando inserta su mundo personal, su prisión, logra hacer vívidos sus poemas: Y es ahí donde la mujer está presente en toda la dimensión del poeta (en este caso coinciden); volviendo al poema reconocemos en la siguiente cita la coincidencia que hay entre Rosario, el poema y la mujer en continua e infinita soledad:

Y llevas a sentarte entre las otras
una ignorante dignidad de isla

Rosario enfrenta su soledad al mundo. La ironía aparece en el momento en que ella está más desamparada y se siente desierto, "piedra congelada" y el amor ya no es un mundo aparte del mundo sino está inserto en él, la realidad se lo ha robado. El "límite" es ahora la ironía y bajo ella la desconfianza viene al mundo y al poema. Este gesto cruel la mutila y el poema se vuelve un parto que comienza después del punto.

Su primer poema "Apuntes para una declaración de fe" es el fantasma que va a estar presente en un ir y venir, esconderse e ilustrarse durante toda su obra. Estos Apuntes serán, en sus últimos poemas, trazos firmes en los que su búsqueda se convertirá en un conocimiento. Sus poemas ya no serán más proposiciones o preguntas. Otro aspecto que recoge su obra, dejando cimiento sólido en el lector, es el tratamiento (poético) de su realidad. Nos referimos a la habilidad para el manejo de ciertos temas que se repiten; las analogías de una muerte vivida desde la raíz, desde el momento de nacer: "Porque los niños surgen de vientres como ataúdes/y en el pecho materno se nutren de venenos". A partir de lo citado, las metáforas y las imágenes en R.C. se convierten en un aguijón que hace al lector detenerse en el poema, llenándose de un nuevo veneno que lo embarca en una agonía clara y sola.

Rosario Castellanos, como poeta, va más allá de un mero enunciar el mundo, se sumerge en él y se rebela utilizando sus mismas armas. Hay que verla por lo tanto, como un poeta de este siglo que además es mujer.

Pablo Mora y Pedro Serrano

fuente: unam


El origen del libro


Durante siglos, la tecnología ha marcado la historia y evolución de multitud de factores culturales de nuestro planeta. Así ha ocurrido con los avances tecnológicos que han dejado huella en la historia del libro: mejora de la calidad de los textos, de su conservación, del acceso a la información, de la manejabilidad, de los costes y producción y de otros aspectos afines.


Origen

El libro es entendido hoy en día como  negro sobre blanco en papel encuadernado, pero no siempre fue así. El primer soporte de escritura conocido es la piedra, posteriormente la arcilla, la madera, papiro (Egipto), seda (China), hueso, bronce, cerámica, escamas, palma seca (India), papel, soportes electrónicos, piel humana (tatuajes), etc.Torá
Etimológicamente, las palabras biblos liber tienen, como primera definición, corteza interior de un árbol. En chino el ideograma del libro son las imágenes en tablas de bambú.
Las tablillas encontradas en Mesopotamia en el 3.000 a.C. fueron antecesoras del cálamo, un instrumento en forma de triángulo que servía para imprimir los caracteres en la arcilla antes de ser cocida. A esta escritura le siguió la cuneiforme, utilizada por asirios y sumerios, que cocían las tablillas para solidificarlas. En Nínive fueron encontradas 22.000 tablillas del siglo VII a. C., era la biblioteca de los reyes de Asiria que disponían de talleres de copistas y lugares idóneos para su conservación. Esto supone que había una organización en torno al libro, un estudio sobre su conservación, clasificación, etc.


El papiro

En el Antiguo Egipto se produjo uno de los avances tecnológicos más prácticos: aligerar el peso de los «libros». Las tablillas de madera o marfil del IV milenio a. C. fueron reemplazadas por los volumina (plural de volumen), rollos de papiro, más ligeros y más fáciles de transportar. Fueron los principales soportes de la escritura en las culturas mediterráneas de la antigüedad, tanto en Egipto, como en Grecia y Roma.
El proceso para producir papiro pasa por varias fases: se saca la médula de los tallos de papiro, se humidifican, se encolan, se prensan, se secan y se recortan, obteniendo unos soportes de una calidad variable; los mejores se utilizaban para las escrituras sagradas. Se escribía en ellos con un cálamo (tallo de una caña cortado oblicuamente) o utilizando plumas de aves.
Existen dos tipos fundamentales de escritura egipcia: la hierática o sacerdotal y la jeroglífica. Esta última dispone de signos más simplificados. Los rollos de papiro, resultado del encolado de varias hojas, se envolvían en un cilindro de madera, enrollándolos. Algunos sobrepasan los cuarenta metros (crónica del reinado de Ramsés III). Se desenrollaban horizontalmente; el texto está escrito por una sola cara y dispuesto en columnas. El título se indica por medio de una etiqueta atada al cilindro. Los rollos en papiro que se conocen provienen de tumbas en las que se depositaban, con plegarias y textos sagrados, como el Libro de los muertos (II milenio a. C.).
Los cilindros de papiro se llaman volumen en latín, palabra que significa movimiento circular, enrollamiento, espiral, torbellino, revolución, en fin, rollo de hojas escritas, manuscrito enrollado, libro. Los romanos utilizaban también tablas de madera untadas con cera en las que se podía imprimir y borrar los signos con la ayuda de un estilete (que tenía una extremidad acabada en punta y la otra redondeada). Estas tablas podían estar unidas de manera similar a las de los códices. Servían, por ejemplo, para enseñar a escribir a los niños (según los métodos descritos por Quintiliano en sus Instituciones Oratorias). Los únicos volúmenes que en la actualidad se siguen utilizando son los del Torá, en las sinagogas.

Del papiro al pergamino

La innovación de poder borrar el texto desplaza el uso del papiro a favor del pergamino. El pergamino se conseguía a partir de la piel de animales como la vaca, el cordero, etc. Este soporte permitía la conservación de los textos por más tiempo y en mejores condiciones al ser más sólido. Aunque era un soporte más caro.Pergamino
La leyenda atribuye su invención a Eumenes III, rey de Pérgamo, de donde procedería el nombre de pergamineum que derivó en pergamino. Su producción empezó hacia el siglo III a. C.
No se tienen muchas referencias acerca de los libros concernientes a la Grecia clásica. Algunos vasos del siglo V a. C. y del siglo VI a. C. representan unos volumina. No existía, sin duda, el comercio con el libro, pero existían algunos lugares dedicados a la venta de los mismos. La difusión, la conservación y la reflexión sobre la catalogación del libro y la crítica literaria se desarrollaron durante la época helenística con la creación de grandes bibliotecas, que respondían al deseo enciclopédico que se puede encontrar, por ejemplo, en el afán de Aristóteles y que respondían también, sin duda, a razones de prestigio político.


Bibliotecas

Se crearon bibliotecas con la intención de conservar un ejemplar de cada libro, traducir volúmenes en otros idiomas y crear catálogos de libros. Las bibliotecas más destacadas fueron: la de Atenas (el Ptolemaion fue la que tuvo más relevancia tras la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Importantes fueron también la biblioteca de Pantainos, hacia el 100; y la biblioteca de Adriano, en 132); la de Rodas, la de Antioquía y la más famosa de todas ellas: la biblioteca de Alejandría (creada por Ptolomeo I Sóter y constituida por Demetrio de Falero. Llegó a contener 500.000 volúmenes (en la parte del Museion) y 40.000 en el templo de Serapio (Sérapeion). El Museion fue destruido parcialmente en el 47 a. C. en Pérgamo, la biblioteca fundada por Átalo I, contenía 200.000 volúmenes que fueron llevados al Serapeo por Marco Antonio y Cleopatra tras la destrucción del Museion. El Serapeo fue destruido, en parte, poco después, 391 por los cristianos y los últimos libros desaparecieron en 641 con la conquista árabe).
En Roma se comenzaron a editar libros influenciados por los griegos en el siglo I a. C., sobre todo desde el punto de vista literario. Ático fue, por ejemplo, el editor de Cicerón. Pero el comercio del libro fue extendiéndose progresivamente por todo el Imperio romano. El libro se difundió, por tanto, gracias a la extensión del Imperio que implicó la imposición de la lengua latina en la mayoría de los pueblos (España, África, etc.)
Las bibliotecas eran privadas o bien eran creadas por algunos particulares. Julio César quiso crear una biblioteca en Roma: una biblioteca era, ya por entonces, un instrumento de prestigio político.
En el siglo IV existían en Roma 28 bibliotecas y muchas bibliotecas menores en las provincias.


Del pergamino al papel, del volumen al códice

Poco a poco el papel fue reemplazando al pergamino porque abarataba costes, lo que permitió una mayor difusión de los libros.
Al final de la Antigüedad, entre los siglos II y III, y , sobre todo, en la Edad Media, el códice sustituyó al volumen. El códice se entiende ya como el libro que conocemos hoy en día, con forma rectangular, dejó de ser un rollo continuo y se convirtió en un conjunto de hojas cosidas. Desde ese momento fue posible acceder directamente a un punto preciso del texto. El códice o libro resultaba más práctico ya que podía ponerse sobre una mesa facilitando que el lector pudiera tomar notas o escribir mientras leía. El formato de los códices fue mejorando con la separación de las palabras, las mayúsculas y la puntuación; después se añadieron las tablas de las materias y los índices, que facilitaron el acceso directo a la información requerida.
Este es el formato que hoy en día se usa, un formato con validez desde hace 1.500 años.
Los monasterios se convirtieron en la piedra angular de la edición y conservación de los códices. En el siglo IV, durante los períodos convulsos de las invasiones, los monasterios pudieron conservar, para Occidente, textos religiosos y algunas obras de la antigüedad. Asimismo, Bizancio dispuso de importantes centros de copia. Era necesario hacer copias de determinadas obras ya que la lectura era una actividad de gran relevancia en la vida religiosa (plegarias, trabajo intelectual, cánticos…). Existían scriptoria (lugares dedicados a copiar códices y volúmenes) en bastantes monasterios con la intención de copiar estos escritos considerados relevantes. Pero, sin embargo, algunos ejemplares no fueron copiados por los monjes debido a la intensa censura a la que los códices eran sometidos; los libros entendidos como «peligrosos» no eran copiados. Por lo tanto, la supervivencia de los libros dependía de luchas políticas e ideológicas que llevaron a la pérdida irremisible de códices de incalculable valor hoy en día (se perdieron muchos libros de incalculable valor en las disputas iconoclastas entre el 730 y el 840).


De los monasterios a las universidades, del pueblo a la ciudad

Las transformaciones político-sociales de la población hacia el urbanismo en las ciudades europeas y la renovación intelectual que las acompañó produjeron que las condiciones de producción de los libros cambiasen ampliando su difusión. En torno a las primeras universidades se desarrollaron las nuevas estructuras de producción: los manuscritos de consulta servían tanto para los estudiantes como para los profesores que enseñaban teología o artes liberales. El desarrollo del comercio y de la burguesía suponían, de igual modo, una demanda de textos especializados, o no (derecho, historia, novelas, etc.); y es en esta época cuando empiezan a desarrollarse los escritos en lengua vulgar (poesía cortesana, novelas románticas, etc.) El cometido del editor era, en consecuencia, cada vez más importante.
Se crearon entonces varias bibliotecas reales: como la de San Luis o la de Carlos V. También se coleccionaban libros en las bibliotecas privadas que adquirieron gran auge en los siglos XIV y XV.
En el siglo XIV, tras estos cambios político-sociales es cuando se difunde por Europa la utilización del papel, soporte ideado en China que, curiosamente, fue implantado en España (siglos XI y XII) antes que en Europa por ser la cultura árabe la intermediaria.
El pergamino se siguió utilizando pero para sectores de la sociedad más pudientes como la nobleza y la alta burguesía.
En el siglo VIII los árabes aprendieron a fabricar el papel, tal y como lo hacían los chinos, y lo dieron a conocer en Europa aunque, como bien es sabido, la incursión árabe en Europa comenzó por España. Los árabes crearon unas impresionantes bibliotecas, dignas de su gran cultura. Son ellos, precisamente, los que transmitieron una parte importante de las obras griegas a Europa. Sirve como ejemplo el redescubrimiento de las obras de Aristóteles comentadas por Avicena, descubrimiento que dio lugar a enconadas disputas entre Tomás de Aquino y Siger de Brabant.


La imprenta

IncunablesGutenberg inventó la imprenta a mediados del siglo XV, dando paso a la entrada del libro en la era industrial. La rapidez y el abaratamiento de costes en la producción produjeron una oferta que encontró demanda a la par. El libro era asequible para la gran masa. Antes del invento de la imprenta los códices se denominan «incunables».
En el siglo XIX se introduce el vapor en las imprentas, así como los molinos de papel también a vapor. De nuevo, la tecnología abarató los costes de producción. Muchos elementos bibliográficos, como la posición y formulación de los títulos y de los subtítulos se vieron afectados, también, por esta nueva producción en serie.

El libro en nuestros días

A finales del siglo XX irrumpe las Nuevas Tecnologías, basadas en códigos binarios (0 y 1) dando un nuevo giro al soporte de los libros, entendidos como documentos de lectura. Hoy en día, los ebook son libros en formato digital basados en esta tecnología que, posiblemente, acaben popularizándose como todo avance tecnológico a lo largo de la historia. A pesar de todo, esta popularización se basaría en ser un formato práctico e interactivo pero todavía no más económico.


fuente: Asociación Española de Comprensión Lectora

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El día en que Mariana le comunica a su familia que va a hacer un viaje con sus amigas más queridas, su compañero y sus hijos se sienten desolados. Manu, el protagonista, nos cuenta cómo Mamá logra que todos se pongan en su lugar, que expresen sus emociones, y que reflexionen sobre los derechos fundamentales de las mujeres. 

https://haikita.blogspot.com/2021/04/mama-se-va-de-viaje-cuento-infantil-de.html

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Ganadores del concurso, ¡Muchas felicidades!





Biblioteca Casa del Colibrí
En marzo pasado lanzamos la convocatoria para "La lectura en tiempos de pandemia" cuyo objetivo era sensibilizar sobre el valor de la lectura como  herramienta para sobrellevar el periodo de contingencia sanitaria. 
Recibimos la respuesta de jóvenes estudiantes de secundaria a quienes les agradecemos su esfuerzo.
Compartimos los resultados y nos comunicaremos en breve para acordar la entrega de los premios que consisten en paquetes de libros.




 

Día Mundial del Reciclaje


Día Mundial del ReciclajeSe celebra: 17 de mayo de 2021
Proclama: UNESCO
Desde cuando se celebra: 2005
Tiempo de lectura: 1 minuto y medio

El 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje para concienciar a la población sobre la importancia de tratar los residuos como corresponden para proteger el medio ambiente.

La regla de las tres erres

El Día del Reciclaje, en un cuento

Se trata de reducir el volumen de los residuos generados y minimizar nuestra huella de carbono. Se puede resumir en la regla de las tres erres:

Reducir

cuando hagamos la compra, intentar adquirir productos a granel, que tengan el mínimo envasado posible. A ser posible ninguno. Usa bolsas de tela.

Reutilizar

Dar una nueva vida a las cosas que ya no nos sirven.Antes de tirarlas a la basura, piensa que te pueden servir para otra cosa: botellas, bolsas y cajas de cartón pueden tener varios usos y servir como maceteros, para decoración, construir cosas, etc.

ReciclarLa mayoría de materiales que utilizamos pueden reciclarse. Esto depende de las instituciones y de nosotros mismos. Por ejemplo, el reciclaje de 1.000 kg de papel salva la vida de 17 árboles.

Si tienes que tirar separa los residuos y deposítalos en el contenedor correspondiente:

  • Contenedor azul: Papel y cartón.
  • Contenedor amarillo: Envases (botellas, bolsas, latas) Limpia antes los envases y, en lo posible, aplástalos para disminuir su volumen.
  • Contenedor verde claro: Vidrio. Limpia antes los envases y quita las tapas.
  • Contenedor verde oscuro: Resto deresiduos: materia orgánica.

Origen del Día Mundial del Reciclaje

No está muy claro el origen del Día Mundial del Reciclaje. Parece que se celebró por primera vez en Texas (EEUU) en 1.994 y luego se extendió a otros estados y a otros países.

Oficialmente fue la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), quien establece el Día Mundial del Reciclaje en el 2005 con el fin de promover una mayor responsabilidad, no solo vista desde la perspectiva del ciudadano consumidor, sino de aquel que extrae la materia prima y del que la transforma en un bien de consumo.


fuente: https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-mundial-reciclaje

Un día como hoy...

 DÍA 12 DE MAYO:



1921  Muere Emilia Pardo Bazán, periodista y novelista española. Los pazos de Ulloa es su obra maestra. En ella nos presenta la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia.


Nelly Sachs y Paul Celan

1970  Muere Nelly Sachs, poetisa alemana de origen judío. Durante su primera etapa escribió poesía romántica, pero durante la Segunda Guerra Mundial, exiliada en Suecia, su obra giró en torno al tema judío. Fue galardona con el premio Nobel en 1966.

Frankenstein, Mary Shelley

 

En 1818, una joven mujer creará una de las figuras más potentes y perdurables de nuestra cultura y la plasmará en un libro que, con el paso de los años, será cada vez menos leído. Una paradoja que está siempre a nuestro alcance resolver: se trata de leer Frankenstein.

¡Maldito creador! ¿Por qué formaste un monstruo tan espantoso que incluso tú te apartaste horrorizado?

Las pesadillas de Mary Wollstonecraft Shelley

Mary Wollstonecraft afirma, en el prólogo a la edición de 1831 de su novela, que la idea para Frankenstein o el moderno Prometeo se le presentó en una pesadilla. Surgido de la materia de los sueños, Frankenstein es un libro fascinante. Que sea más conocido que leído es una razón: hoy, es más probable tener una idea acerca de los personajes y su historia por sus versiones cinematográficas o sus parodias en series animadas que por acceso directo al texto.

Por alguna extraña razón, es un libro que ha quedado además confinado al estante de la literatura juvenil, donde el texto original compite con incontables versiones adaptadas, resumidas, ilustradas, procesadas y empaquetadas de una u otra manera. Tal vez se lo conciba hoy como un libro de iniciación a la lectura. Es curioso, porque es un libro que brilla tanto más cuanto más recursos asociativos pueda uno poner en juego, lo que lo hace interesante también para el lector experimentado.

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Cuento: Cielo de claraboyas, Silvina Ocampo

 

(Buenos Aires, 1906 - 1993) Escritora argentina. Era hermana de la escritora y fundadora de la revista Sur, Victoria Ocampo, y esposa del gran narrador argentino Adolfo Bioy Casares. Autora deslumbrante por la calidad literaria de sus cuentos, ha pasado a la historia de la literatura argentina del siglo XX por la crueldad desconcertante que supo imprimir en algunos protagonistas de estos relatos.


La reja del ascensor tenía flores con cáliz dorado y follajes rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor.

Era la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en donde se veía vivir a través de los vidrios una familia de pies aureolados como santos. Leves sombras subían sobre el resto de los cuerpos dueños de aquellos pies, sombras achatadas como las manos vistas a través del agua de un baño. Había dos pies chiquitos, y tres pares de pies grandes, dos con tacos altos y finos de pasos cortos. Viajaban baúles con ruido de tormenta, pero la familia no viajaba nunca y seguía sentada en el mismo cuarto desnudo, desplegando diarios con músicas que brotaban incesantes de una pianola que se atrancaba siempre en la misma nota. De tarde en tarde, había voces que rebotaban como pelotas sobre el piso de abajo y se acallaban contra la alfombra.

Una noche de invierno anunciaba las nueve en un reloj muy alto de madera, que crecía como un árbol a la hora de acostarse; por entre las rendijas de las ventanas pesadas de cortinas, siempre con olor a naftalina, entraban chiflones helados que movían la sombra tropical de una planta en forma de palmera. La calle estaba llena de vendedores de diarios y de frutas, tristes como despedidas en la noche. No había nadie ese día en la casa de arriba, salvo el llanto pequeño de una chica (a quien acababan de darle un beso para que se durmiera,) que no quería dormirse, y la sombra de una pollera disfrazada de tía, como un diablo negro con los pies embotinados de institutriz perversa. Una voz de cejas fruncidas y de pelo de alambre que gritaba “¡Celestina, Celestina!”, haciendo de aquel nombre un abismo muy oscuro. Y después que el llanto disminuyó despacito… aparecieron dos piecitos desnudos saltando a la cuerda, y una risa y otra risa caían de los pies desnudos de Celestina en camisón, saltando con un caramelo guardado en la boca. Su camisón tenía forma de nube sobre los vidrios cuadriculados y verdes. La voz de los pies embotinados crecía: “¡Celestina, Celestina!”. Las risas le contestaban cada vez más claras, cada vez más altas. Los pies desnudos saltaban siempre sobre la cuerda ovalada bailando mientras cantaba una caja de música con una muñeca encima.

Se oyeron pasos endemoniados de botines muy negros, atados con cordones que al desatarse provocan accesos mortales de rabia. La falda con alas de demonio volvió a revolotear sobre los vidrios; los pies desnudos dejaron de saltar; los pies corrían en rondas sin alcanzarse; la falda corría detrás de los piecitos desnudos, alargando los brazos con las garras abiertas, y un mechón de pelo quedó suspendido, prendido de las manos de la falda negra, y brotaban gritos de pelo tironeado.

El cordón de un zapato negro se desató, y fue una zancadilla sobre otro pie de la falda furiosa. Y de nuevo surgió una risa de pelo suelto, y la voz negra gritó, haciendo un pozo oscuro sobre el suelo: “¡Voy a matarte!”. Y como un trueno que rompe un vidrio, se oyó el ruido de jarra de loza que se cae al suelo, volcando todo su contenido, derramándose densamente, lentamente, en silencio, un silencio profundo, como el que precede al llanto de un chico golpeado.

Despacito fue dibujándose en el vidrio una cabeza partida en dos, una cabeza donde florecían rulos de sangre atados con moños. La mancha se agrandaba. De una rotura del vidrio empezaron a caer anchas y espesas gotas petrificadas como soldaditos de lluvia sobre las baldosas del patio. Había un silencio inmenso; parecía que la casa entera se había trasladado al campo; los sillones hacían ruedas de silencio alrededor de las visitas del día anterior.

La falda volvió a volar en torno de la cabeza muerta: “¡Celestina, Celestina!”, y un fierro golpeaba con ritmo de saltar a la cuerda.

Las puertas se abrían con largos quejidos y todos los pies que entraron se transformaron en rodillas. La claraboya era de ese verde de los frascos de colonia en donde nadaban las faldas abrazadas. Ya no se veía ningún pie y la falda negra se había vuelto santa, más arrodillada que ninguna sobre el vidrio.

Celestina cantaba Les Cloches de Corneville, corriendo con Leonor detrás de los árboles de la plaza, alrededor de la estatua de San Martín. Tenía un vestido marinero y un miedo horrible de morirse al cruzar las calles.


El buen librero, mayo 2021

Cuento: Vino tinto en McDonalds

 

Por Gunter Silva Passuni

Habían quedado en encontrarse en la estación de Brixton. Ella era la única que había respondido al anuncio de Felipe, un aviso escueto en una famosa página de clasificados en línea. Una semana atrás, él había tecleado desde un anodino cubículo de un café internet, cuatro palabras: «nacionalidad inglesa por dinero

Aquel día le temblaba el cuerpo, tenía una mano en el bolsillo y sostenía un café en la otra. El otoño había empezado, algunas hojas secas volaban a su alrededor, otras se estrellaban contra los buses repletos de pasajeros. Era la hora punta y el ruido rancio de los motores invadía la calle.

Su móvil vibró en el bolsillo de su chaqueta, era un texto de ella. «Estoy caminando, llego en cinco minutos».

Felipe se puso alerta. Cada vez que venía una chica, él la miraba a los ojos, como tratando de adivinar si una de ellas era Kloe. Vio venir a una muchacha rubia, delgada y guapa. Deseó en el alma que fuera ella, pero no, la chica pasó por su lado haciendo sonar sus tacos contra la superficie de la calzada y besó a un adolescente de pantalón de cuero y botas vaqueras que esperaba tranquilo a un costado de la estación.

Kloe sabía la descripción de Felipe. Él le había dado detalles de su apariencia en un último e-mail, ella sólo había mencionado que era una mujer joven y moderna.

Unos minutos más tarde se presentó ante él. Felipe se sorprendió al verla, era bastante más tierna de lo que había imaginado, casi una adolescente; vestía con pantalones anchos y cómodos como los que se usan para hacer deporte, y venía acompañada por un perro chusco, pequeño y bastante juguetón.

—Se llama Shadow —dijo.

Después, ella sugirió comer algo en McDonald’s. Había uno, ubicado en una esquina, no muy lejos de donde se encontraban. Caminaron en silencio en dirección sur, como quien va hacia Streatham Hill. Ella sujetaba al perro con una cadena cromada, a veces Felipe se retrasaba a propósito, con el ánimo de ver el vaivén que hacían sus nalgas al caminar.

Frente a la puerta, Kloe empuñó la mano e hizo una seña al perro. Shadow automáticamente se sentó y se quedó quieto fuera del local. Felipe pensó en lo bien entrenado que estaba aquel animal.

Adentro, ambos ordenaron hamburguesas y papas fritas. Además, Kloe pidió milkshake de frambuesa; Felipe, una Coca- Cola sin hielo. Mientras caminaban hacia la única mesa vacía, Kloe vio su reflejo en el vidrio y se paró unos segundos para observarse. Metió la mano derecha debajo de su cabello, con suavidad, para arreglarlo. Felipe notó que unas argollas enormes colgaban de sus pequeñas orejas.

—Estoy preocupada de todo —dijo ella—. Me preocupa perder el dinero del paro, hace poco me peleé con mi mamá, me mudé de piso.

Voy a utilizar el dinero que me das para estudiar peluquería, estoy angustiada antes de haberme siquiera matriculado. La escuela de peluquería queda a dos cuadras de acá. Kloe apuntó la dirección de la escuela con la mano y apretó un gatillo imaginario en el aire.

Había algo de inocencia en su rostro, era un rostro de niña no de mujer, traía maquillaje recargado como si tratara de ocultar su verdadero rostro. Ese polvo anaranjado no le cubría el cuello. Felipe quiso reírse, le recordó a su hermana la primera vez que la vio maquillada pero se aguantó; en cambio le preguntó si le gustaba el fútbol. Había notado el estampado de la marca Kappa en su jersey rosado.

—No —dijo con naturalidad.

—Ya veo —respondió Felipe, sin saber qué decir exactamente.

—Mi madre me llamó esta tarde —dijo Kloe con esa voz que usan las mujeres para chismosear—. Me preguntó si había dejado mi computadora prendida, vivimos en el mismo bloque de pisos subvencionados por el ayuntamiento. Lo que me hace reír es que ella nunca práctica lo que predica. Repite aburridamente cómo podríamos hacer eso o aquello para ahorrar electricidad cuando ella es la primera en tener corte de internet porque no pudo pagar las cuentas. Yo soy la más organizada y ahorrativa, mi madre gasta un montón de dinero que no tiene en eBay.

Felipe la observaba sorprendido y con curiosidad, de la misma forma en que un niño ve dibujos animados en la tele por primera vez. Ella se veía más guapa que hacía unos minutos atrás. Empezaba a verla menos adolescente, las curvas de su cuerpo le hacían verse más adulta.

Kloe hizo un ruido espantoso con el sorbete, se sonrojó y pidió disculpas, después de unos segundos de silencio ambos se rieron de lo ocurrido. Felipe sintió de pronto que ella y él eran viejos amigos a pesar de que hacía solo media hora que se habían conocido cara a cara.

Lo relativo que puede ser todo, pensó.

—Yo me conecto a Facebook quizá nueve veces al día y me paso un máximo de tres horas allí, contestando comentarios y mensajes —prosiguió Kloe—. Uso el Twitter en mi teléfono, rara vez pongo mensajes en Twitter, nunca he podido explicarme en sólo unas cuantas palabras. Para todo lo que empleo internet es para vender cosas que ya no uso en eBay o para buscar trabajo. Requiero de constante acceso a internet si quiero encontrar un buen trabajo, uno que voy a querer y disfrutar. No estoy diciendo que quiero un trabajo de ensueño, sólo quiero conseguir uno que me permita vivir decentemente hasta que encuentre el correcto—, hizo una pausa mientras volvía a arreglarse el cabello desordenado, y preguntó—: ¿Tienes Facebook?

—No, no —dijo Felipe—, lo tuve una vez pero decidí cerrarlo, me pareció que me quitaba mucho tiempo, me di cuenta que no era bueno para eso.

—Entonces… ¿Cómo te comunicas con tu familia y amigos?

—Uso Skype, me sale económico, puedo hablar por horas con mis padres —dijo Felipe. Ella se quedó mirándole a los ojos, como si se sintiera satisfecha con la respuesta que le acababan de dar.

Él se había dado cuenta de que la suerte estaba de su lado. Kloe era una enviada de Dios, hacía ya tres semanas que estaba de ilegal, no habían querido renovarle la visa en los despachos del Home Office. Casarse con Kloe era su última carta, el as brillante bajo la manga.

—Será la gran jugada de mi vida —estuvo pensando por unos segundos.

Puso la mano sobre su cabeza y se rascó la coronilla.

—No te sientas mal —dijo Kloe como si le leyera el pensamiento, mientras sorbía lo último que quedaba de su milkshake—, casarse por papeles no es un crimen, yo también hago cosas que no son legales. Trabajo haciendo limpieza en casa de dos señoras y el dinero que recibo es en cash. Si declaro el dough, corro el riesgo de que me quiten la ayuda. El Gobierno ya tiene demasiado dinero, no necesita más, somos los pobres los que terminamos pagando más impuestos que los ricos.

Felipe asintió con la cabeza. De su chaqueta sacó una botella pequeña, del tamaño de su dedo pulgar, repleto de vino tinto. Lo mezcló lentamente con su Coca-Cola y dio un sorbo largo. Ella se quedó mirando los eléctricos ojos negros de él, como si fueran dos bolitas de carbón.

—Si fueras mi esposo de verdad, yo te enseñaría a ahorrar tu dinero —dijo ella—, he empezado a ordenar comida on-line porque resulta más barato y no pierdes el tiempo poniendo cosas innecesarias en el carrito de compras. Mi madre no sabe cómo ahorrar su dinero, ella va al supermercado y comprar todo lo que ve. Las cosas de mi madre no deberían ser mi problema, pero mi hermano menor todavía vive con ella y él sí me importa. Mi madre nunca ha tenido un trabajo en toda su vida, aparte de uno que duró tres meses, un favor de un amigo con negocio. Ella no conseguirá cobrar los beneficios que obtiene del gobierno por mi hermano, cuando él cumpla dieciocho años dentro de cuatro meses. La pobre no tiene suerte con los hombres, es gorda, depresiva y borracha. Con el trago parece sentirse invencible, capaz de cualquier hazaña. Había querido ser escritora, al menos, eso le cuenta a las vecinas, pero lo único que escribía eran cheques sin fondo, hasta que le cerraron la cuenta del banco.

Felipe se imaginó por un momento que estaba en una cita a ciegas. Había pensado una vez registrarse en match.com. Aún recordaba el anuncio en el metro. Había una pareja a punto de besarse y más abajo en letras grandes estaba inscrito find love with match.com, coloreada en dorado. No lo hizo por timidez y flojera.

Ella untó su última papa frita en el charco de ketchup y se lo llevó a la boca.

—Me he estado estresando toda la mañana y he estado dando vueltas en círculo sin hacer nada —dijo Kloe mientras se chupaba la yema de los dedos—. Quiero practicar cortando el cabello a alguien para estar lista cuando empiece mi curso. ¿Tú no te animarías, Felipe?

—Le tengo miedo a las tijeras, además siempre he llevado el cabello largo — respondió él.

La escuchaba con atención, tenía una parte del dinero que habían acordado a través de emails unos días atrás. La otra parte se la daría una vez casados.

Sacó el sobre de manila y se lo entregó. Kloe ni lo abrió ni se tomó la molestia de contar el dinero. Lo metió directamente a su bolsillo. Muchas gracias, dijo, mientras jugaba con un paquete de cigarrillos y un encendedor que había puesto sobre la mesa.

—Fumo toda mi vida —comentó de la nada, como si fuera una fumadora veterana a su corta edad.

Al cabo de una hora se despidieron con un beso en la mejilla. Felipe la vio salir del McDonald’s. Pensó si Kloe no sería acaso un ángel y Shadow su ayudante o un diminuto duende obediente y devoto.

—Shadow —murmuró Felipe. Ni siquiera era negro, en realidad, todo lo contrario. Era un perro blanco y pétreo como una estatua griega.

Subió las escaleras y se metió al baño, bajó el cierre de su bragueta y empezó a orinar. En las paredes encontró escrito, debajo de hot massage, un número telefónico similar al de Kloe. Solo variaba en el último dígito, un seis en vez de un dos.

Se lavó las manos, bajó las gradas, pensando en reemplazar un seis por un dos mientras se disponía a salir del local.

Afuera, la lluvia había barrido las calles de Brixton. Shadow había desaparecido por arte de magia, en cambio, un grupo de policías lo estaba esperando con los brazos cruzados. A pesar de la penumbra de la tarde, Felipe vio en Kloe esa sonrisa infantil y agradable que se le dibujó en el rostro.


El buen librero, abril 2021.


Muerte en el Nilo es misterio y suspenso, cuya acción se desarrolla en la tierra de los faraones.
 

En esta investigación  se aborda la relación entre jóvenes y tecnologías digitales, atendiendo específicamente a los procesos de subjetivación que se experimentan mayormente a esa edad, como son la interacción con sus pares, la construcción de identidad y las distintas formas que adquiere la participación. Particularmente, el objetivo es indagar cómo el uso de internet y, en particular, de las redes sociales, incide en dichas dimensiones, considerando la emergencia de los nuevos fenómenos asociados a la era digital.
Fuente: Observatorio de la juventud
 

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